Un contexto socio-laboral debilitado y la necesidad de un enfoque integral


Un contexto socio-laboral debilitado y la necesidad de un enfoque integral

Un contexto socio-laboral debilitado y la necesidad de un enfoque integral

Martín Redrado
Director de Fundación Capital


Cualquiera sea el signo político del próximo gobierno, será preciso encarar un enfoque de equilibrio general, dejando atrás la emergencia que nos condujo una visión de compartimientos estancos, como si se tratara de silos independientes para acopiar cereales. La economía argentina se encuentra en un momento delicado, con muchos desafíos por delante. Las dificultades a enfrentar van desde los próximos vencimientos de deuda en un marco de falta de acceso a los mercados, una inflación superando incluso a la del año pasado, una recesión con más de un año de caída y un mercado laboral y contexto social muy deteriorado. En este marco recesivo y de elevada inflación, el poder adquisitivo finalizaría el año en mínimos desde 2009, mientras el empleo se contraería en torno a los dos puntos porcentuales. Si bien las medidas post-PASO implicaron una inyección de liquidez en torno a los $80 mil millones, tuvieron un impacto marginal en línea con la aceleración en la suba de los precios y un contexto socio-laboral debilitado. Respecto al reciente bono para los empleados del sector privado, éste implica un pago obligatorio de cinco mil pesos y puede ser a cuenta de futuros aumentos con posibilidad de abonarse en cuotas, por lo que los pagos, los plazos y las condiciones pueden diferir entre sectores. De este modo, el bono apenas morigerará la pérdida en el poder adquisitivo. De acuerdo con nuestras estimaciones desde Fundación Capital, la caída en el poder de compra en el segundo semestre sería del 5,7% i.a. sin contar el bono, del 4,8% si el pago se efectúa en cinco cuotas y del 4,2% i.a si se abona todo con el sueldo de septiembre. En el caso de los empleados de Comercio, que concentra a más de un millón de personas, el pago se hará en cinco cuotas a partir de los haberes del mes de septiembre. De esta forma, el salario real terminaría el año con una baja del 7,1% i.a., retrotrayéndose a niveles de diez años atrás. Esto se enmarca en un contexto donde no se vislumbra en el mediano plazo una mejora en el mercado socio-laboral. En efecto, en el mes de julio se destruyeron más de cien mil puestos de trabajo en el mercado formal, y las perspectivas de creación de empleo hacia delante continuaron en terreno negativo (-1,1 puntos las expectativas netas de creación de empleo en agosto). Si bien el empleo informal y los cuentapropistas mostraron alzas (+0,2 p.p y +0,5 p.p., respectivamente), los asalariados formales se contrajeron en 0,7 p.p.. Aún en el segundo trimestre, tras un año de recesión, se siguió observando un efecto trabajador añadido, esto significa que más gente que no estaba dentro del mercado laboral salió a buscar trabajo, en línea con la fuerte pérdida del poder de compra. Esto se evidencia principalmente en el segmento de mujeres entre 30 y 64 años, donde la tasa de actividad se incrementó en casi dos puntos. En esta línea, la tasa de desempleo en el segundo cuarto del año alcanzó al 10,6% de la población económicamente activa (PEA), un punto por encima de igual período de 2018. Esto implicó que en el segundo trimestre aproximadamente dos millones de personas se encontraron desocupadas. A ello se suma el incremento de un punto y medio de los subocupados demandantes, es decir aquellos que desean trabajar más horas y/o demandan otro empleo y no lo consiguen. Por otra parte, la tasa de pobreza ascendió al 35,4% de las personas, más de ocho puntos por encima de un año atrás, en otras palabras, más de tres millones de nuevos pobres. Además, la brecha de pobreza se incrementó en tres puntos, es decir, el ingreso promedio de las personas pobres se alejó respecto a la línea de pobreza. El dato más alarmante y que genera un fuerte limitante en el desarrollo a futuro, es que más de la mitad de los niños entre 0 y 14 años son pobres. A esto se adiciona que el aumento de la pobreza fue en un contexto de incremento de la desigualdad. El índice Gini que mide la misma por ingresos pasó del 0,407 en el IIT-18 al 0,418 en el IIT-19 (0 corresponde a la perfecta igualdad y 1 a perfecta desigualdad), al mismo tiempo la brecha entre el decil más rico y el más pobre de la población se incrementó en casi dos puntos en un año, llegando al 23,8%. En definitiva, estamos ante un escenario de aumento de la pobreza con mayor desigualdad, donde el poder adquisitivo se contraería casi siete puntos en el año y el empleo un 2% i.a.. En este contexto se lanzaron diversas medidas que prácticamente no tuvieron impacto en la economía real. Hacia delante, con un horizonte difuso de recuperación de la actividad económica, el contexto socio-laboral continuará debilitado. Es clave encarar un programa integral que contemple todos los aspectos, dado que hoy nuestro país no genera posibilidades de desarrollo inclusivo y más de la mitad de los chicos son pobres.

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