Las brechas inflacionarias


Las brechas inflacionarias

Las brechas inflacionarias

Artículo elaborado por la Fundación Capital .

En la economía de este año no sólo se advertirá una mayor nominalidad, sino que también se consolidarán las distorsiones de precios relativos. En este sentido, destacan la brecha en la evolución entre los precios de los distintos productos y servicios y la brecha de inflación entre las diferentes regiones del país.

Haciendo foco en la primera, vale resaltar que durante el último año se ampliaron las diferencias en la evolución de los distintos precios de bienes y servicios. Mientras a comienzos del 2020 la distancia entre aquellos con las mayores y menores subas interanuales era de 40 puntos porcentuales (lo que ya era un registro elevado), un año después la misma se duplicó, alcanzando los 80 puntos. En efecto, desde el comienzo de la pandemia no sólo se incluyeron más productos en el control de precios, sino que también los “precios libres” se aceleraron fuertemente, ampliando las distorsiones.

Así, los “precios libres” se han acomodado en un ritmo de subas muy por encima del promedio general, alcanzando aumentos de entre un 60% y 80% en los últimos 12 meses. Entre estos bienes destacan especialmente los durables, que han sido fuertemente demandados por la adecuación de los hogares al home office y la educación virtual, y en línea con las compras de oportunidad y su carácter de reserva de valor. A su vez, esta dinámica de precios puede asociarse a las restricciones a las importaciones, generando faltantes y filtraciones a precios al cotizar al tipo de cambio paralelo.

En el extremo opuesto, se encuentran fundamentalmente los servicios que se han constituido en las anclas inflacionarias, ya sea porque sus tarifas han sido congeladas o porque, en el marco de una crisis histórica, no pudieron incrementar sus precios el año pasado. Estos son los rubros que mayor presión a futuro generarán, buscando recomponer el terreno perdido, al menos en parte. Respecto de los servicios regulados, si bien continuarán bajo la lupa del gobierno en un año electoral, el congelamiento no será tan extremo. A modo de ejemplo, las tarifas de electricidad y transporte público ya han exhibido algunas subas, aunque heterogéneas por provincias. Además, se estableció una recomposición del 50% para las tarifas eléctricas de más de 2.900 grandes industrias y comercios de todo el país, que rige desde el 1 de marzo. Por su parte, las tarifas de las telecomunicaciones que fueron congeladas desde marzo del 2020, recientemente también comenzaron a moverse (15% en enero y hasta 7,5% en marzo). Además, los servicios de salud privada aumentaron un 10% en diciembre y se autorizó un 3,5% adicional para marzo. Con respecto a los servicios afectados más fuertemente por la recesión, estos también comenzaron a acomodarse. La educación subió entre 15% y 20% para el comienzo del ciclo lectivo 2021, mientras aquellos vinculados al turismo, ya exhibieron un claro repunte hacia fin del 2020.

Así, la distorsión de precios relativos de la economía se profundizó, intensificando los desafíos para este año. Mientras ciertos bienes ya se ubican en un piso de nominalidad superior, otros sectores comenzaron a reclamar aumentos para recomponer sus tarifas, lo que condicionará el resultado inflacionario del 2021.

En este sentido, merece mayor detalle la segunda brecha inflacionaria. Aquí, destaca que se ha ensanchado la distancia entre la evolución de los precios de las distintas zonas del país, que ya casi alcanza los 10 puntos en términos interanuales. Mientras la región norte concentra los mayores registros de inflación (en febrero NEA: 46,1% i.a. y NOA: 44,3% i.a.), la Patagonia y el GBA se ubican en el extremo opuesto (37,1% i.a. y 38,3% i.a.). Frente a esto, vale mencionar que el GBA es la región de mayor peso en el indicador nacional (44,7%), por lo que su menor dinamismo relativo limita el aumento general (40,7% i.a.).

Esta diferencia en la evolución de los precios entre regiones se explica por diferentes factores. En primer lugar, en el marco de un significativo incremento en los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas, estas subas fueron bastante menores en las regiones del GBA y la Patagonia. En segundo lugar, en esta última influyó el bajo deslizamiento de los precios de los “restaurantes y hoteles”. A pesar del mayor dinamismo del rubro entre octubre y enero (en vacaciones de verano), las subas se mantuvieron más acotadas (16% nacional vs 11%). En tercer lugar, el mayor peso relativo que tienen los servicios en la canasta de consumo (educación, salud, hoteles y restaurantes, electricidad, gas y transporte) jugó a favor de un menor guarismo de inflación en el GBA. En efecto, éstos representan el 40,7% del gasto de los hogares, cuando en otras regiones del país alcanzan menos del 30% (Pampeana: 29,9% y NOA: 22,6%, por ejemplo). Recordemos que mientras los servicios aumentaron un 26% i.a. en febrero, los bienes lo hicieron en un 47,8% i.a..

Esta divergencia con otras regiones puede incluso acentuarse, dependiendo de la magnitud y rapidez del descongelamiento tarifario de cada provincia. De hecho, ya se han materializado incrementos en el transporte público en Mendoza (38%), Córdoba (34,8%) y Jujuy (30%). Además hubo alzas en Santa Fe (46,5% con impacto repartido con marzo) y los subtes de CABA (21% en marzo y 18% en abril/ mayo). En sentido contrario, sobre los servicios de colectivos y trenes de la región del AMBA aún no hay una hoja de ruta clara. De forma similar, en el NOA ya se observó un aumento del 8% mensual en el servicio de electricidad en enero, debido a ajustes en Salta (21,8%) y Tucumán (23,4%), provincia que además volverá a incrementar la tarifa en abril (13,6%). A su vez, Mendoza decretó un alza del 30% entre febrero y marzo, Chaco del 25% en el segundo mes y Puerto Madryn del 40% entre febrero y abril. En contraste, se estudia subsidiar en forma directa a Edenor y Edesur (únicas distribuidoras que permanecen bajo la órbita del Estado Nacional) por $ 60.000 millones, para evitar saltos en las tarifas residenciales de electricidad del AMBA.

En definitiva, hacia delante habrá que continuar monitoreando la dinámica de los precios libres, que ya se muestran en un escalón de nominalidad superior, y que serán el verdadero termómetro inflacionario del 2021. Por su parte, las tarifas de los servicios comienzan a descongelarse, presionando sobre los índices de precios, aunque de forma heterogénea entre las regiones. De esta forma, así como en el 2020 se consolidó la brecha de precios entre los distintos bienes y servicios, en el 2021 se profundizará la brecha regional, donde el nivel general de inflación para el año se prevé que ronde el 45%.

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